Hay que educar en el ahorro.
El excesivo consumismo no es malo únicamente para el medio ambiente por el exceso contaminante resultante de un proceso productivo descontrolado que agota los recursos necesarios para seguir produciendo, sino que incluso degenera la economía internacional en especulaciones frenéticas creando crisis financieras globales, debilita a las pequeñas empresas (las que crean empleo) frente a las multinacionales generando despidos masivos (EREs), endeuda hasta la quiebra a las economías familiares, incrementa el despilfarro y la corrupción administrativas que derivan en multimillonarias deudas (en euros) que han de pagar los contribuyentes, fomenta el comercio injusto entre naciones poderosas y pobres, financia el esclavismo cruel de millones de seres humanos...
Es por eso que hemos de comprar lo que nos hace falta, no lo que nos apetece. Nuestros gastos han de ser menores que nuestros ingresos. No nos endeudemos. Tengamos nuestras cuentas saneadas.
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